Perdóname que te cause gran pesadumbre y caiga en tu enojo, Señora y Dueña mía". Le respondió la Santísima virgen:" Oye, hijo mio el mas pequeño, ten entendido que son muchos mis servidores y mensajeros, a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; pero es todo punto preciso que tu mismo solicites y ayudes y que con tu mediación se cumpla mi voluntad.
Mucho Te ruego, hijo mio el mas pequeño, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver el obispo. Dale parte en mi nombre y hazle saber por enero mi voluntad, que tiene que poner por obra el templo que le pido. Y otra vez dile que yo en persona, la siempre Virgen Santa Maria Madre de Dios, te envía". Respondió Juan Diego: "Señora y Niña mía, te cause yo aflicción; de muy buena gana iré a cumplir tu mandado; de ninguna manera dejare de hacerlo ni tengo por penoso el camino.
Iré a hacer tu voluntad; pero acaso no seré oído con agrado; o si fuere oído, quizás no se me creerá. Mañana en la tarde, cuando se ponga el sol, vendré a dar razón de tu mensaje con lo que responda el prelado. Ya de ti me despido, Hija mía las mas pequeña, mi Niña y Señora. Descansa entre tanto" Luego se fue el a descansar a su casa. Al día siguiente, domingo, muy de madrugada, salio de su casa y se vino derecho a Tlatilolco, a instruirse en las cosas divinas y estar presente en la cuenta para ver enseguida al prelado .
Casi a las diez, se presento después de que oyó misa y se hizo la cuenta y se disperso el gentío
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